l evangelio según Enoc es un libro intertestamentario que, aunque proclama de sí mismo haber sido inspirado por Enoc (séptima generación desde Adán) en los primeros tiempos de la humanidad, fue escrito en realidad entre los 200 años antes del nacimiento de Cristo. Es una recopilación predominantemente apocalíptica, pero es mucho más que un libro profético.
Este evangelio no está en la Biblia porque en el Sínodo de Leodicea, entre el 363 y 364 de nuestra era, fue excluido “por no estar inspirado por Dios”. Sin embargo, la Iglesia Copta (que es una iglesia basada en el evangelio de San Marco, que operaba desde el siglo I en Egipto) sí lo acogió como propio.
En realidad, en contraste con los evangelios gnósticos, como el Evangelio de Judas Iscariote por ejemplo, el Evangelio de Enoc es bastante cercano al Canon Bíblico. La personalidad del dios que suscribe es enteramente fiel al dios delAntiguo Testamento, además de que a través del libro se remite constantemente a eventos claves en la mitología judeo-cristiana, como la caída de los ángeles, la aparición de los Nefilim (hijos gigantes de los ángeles con mujeres humanas), el diluvio universal, la llegada del Mesías, el fin de los tiempos, entre otros.
El evangelio es mucho más que un libro profético, porque a diferencia de todos los demás libros bíblicos, da una imagen detallada de cómo es el Cielo, algunas zonas del Infierno, e incluso de lo que pudiera pensarse (de forma errónea o no, de acuerdo al dogma de preferencia) como el Purgatorio. Sólo el Apocalipsis deSan Juan se le aproxima, empero, con no tanto lujo descriptivo; aunque es importante decir que existe también mucha congruencia entre ambas exposiciones del más allá. Además, relata cómo será la historia entera de la humanidad, dividiéndola en semanas (metafóricamente hablando), hasta el mismo fin de los tiempos.
Este libro es una fuente rica en cuestiones curiosas y realmente interesantes acerca del dogma judío y cristiano. Por ejemplo, los arcángeles, dentro del relato, conversan entre ellos demostrando un perfecto libre albedrío en sus palabras. De hecho, ante la aparición de los Nefilim en la Tierra y del caos ocasionado por los ángeles caídos, los arcángeles, observando desde el Cielo, se dirigen al mismísimo Dios de la siguiente manera, con una duda muy inteligente y legítima:
"Pero tú que conoces todas las cosas antes de que sucedan, tú que sabes aquello, tú los toleras y no nos dices qué debemos hacerles al observar eso". (1 Enoc 9:11)
La respuesta de Dios se reduce a dar instrucciones a los arcángeles, para que le informen a Noé la proximidad del Diluvio, en son de limpiar la Tierra. Asimismo, les autoriza castigar a los ángeles caídos, encerrándolos en oscuridad absoluta y sufrimiento, hasta que les toque aguardar por el castigo eterno del Infierno. Con respecto a los Nefilim, Dios dio instrucciones para que se fomentara la guerra entre ellos mismos. Tal vez una respuesta más acertada hubiera sido revelar el por qué si como Dios sabía de todos estos acontecimientos de antemano, los permitió y luego tuvo que castigar…
Lo más impresionante del Libro de Enoc es el detalle con el cual no sólo describe ciertas locaciones del Cielo, sino también el lugar en donde reside el mismísimo Dios. En el contexto del relato, Enoc se encuentra en esos lugares en calidad presencial en ocasiones, y en otras oportunidades a duras penas puede captar los lugares más importantes con visiones (como por ejemplo cuando solamente le es revelada la descripción del trono de Dios por medio de una visión en un sueño).
El Cielo se torna, bajo este libro apócrifo, en un lugar en donde coexiste el Paraíso y las antesalas del Infierno. El infierno propiamente dicho no existe aún para cuando Enoc comienza sus descripciones. Lo que sí hay, empero, son ciertas locaciones en donde los impíos y los ángeles caídos son retenidos para esperar el Día del Juicio. Dichos lugares, no obstante, no están exentos de sufrimiento, lamento y oscuridad.
El lugar en donde reside Dios es un lugar de tono surrealista que a través de las palabras de Enoc se describe así:
“Esto me fue revelado en la visión: He aquí que las nubes me llamaban, la neblina me gritaba y los relámpagos y truenos me apremiaban y me despedían y en la visión los vientos me hacían volar, me levantaban en lo alto, me llevaban y me entraban en los cielos.
Entré en ellos hasta que llegué al muro de un edificio construido con piedras de granizo, rodeado y cercado completamente con lenguas de fuego que comenzaron a asustarme. Entré por esas lenguas de fuego hasta que llegué a una casa grande construida con piedras de granizo cuyos muros eran como planchas de piedra; todas ellas eran de nieve y su suelo estaba hecho de nieve. Su techo era como relámpagos y trueno y entre ellos querubines de fuego y su cielo era de agua. Un fuego ardiente rodeaba todos sus muros cercándolos por completo y las puertas eran de fuego ardiente.
Entré en esta casa que era caliente como fuego y fría como nieve. No había en ella ninguno de los placeres de la vida. Me consumió el miedo y el temblor se apoderó de mí. Tiritando y temblando caí sobre mi rostro y se me reveló una visión:
He aquí que vi una puerta que se abría delante de mí y otra casa que era más grande que la anterior, construida toda con lenguas de fuego. Toda ella era superior a la otra en esplendor, gloria y majestad, tanto que no puedo describiros su esplendor y majestad. Su piso era de fuego y su parte superior de truenos y relámpagos y su techo de fuego ardiente. Me fue revelada y vi en ella un trono elevado cuyo aspecto era el del cristal y cuyo contorno era como el sol brillante y tuve visión de querubín. Por encima del trono salían ríos de fuego ardiente y yo no resistía mirar hacia allá.
La Gran Gloria tenía sede en el trono y su vestido lucía más brillante que el sol y más blanco que cualquier nieve; ningún ángel podía entrar o verle la cara debido a la magnífica Gloria y ningún ser de carne podía mirarlo. Un fuego ardiente le rodeaba y un gran fuego se levantaba ante Él. Ninguno de los que le rodeaba podía acercársele y multitudes y multitudes estaban de pie ante Él y Él no necesitaba consejeros. Y las santidades de los santos que estaban cerca de Él no se alejaban durante la noche ni se separaban de Él.
Yo hasta este momento estaba postrado sobre mi rostro, temblando y el Señor por su propia boca me llamó y me dijo: "Ven aquí Enoc y escucha mi Palabra". Y vino a mí uno de los santos, me despertó, me hizo levantar y acercarme a la puerta e incliné hacia abajo mi cabeza”. (1 Enoc 14: 8-25).
De hecho el Cielo mismo tiene un límite, y a pesar de que ciertas locaciones oscuras y estériles se encuentran en él, hay un lugar en especial en donde hay un “desierto terrible”, en donde nada viviente entra, ni el firmamento existe, ni hay cimientos de tierra, ni la oscuridad es evitable. Es el confín del Cielo y la Tierra, y ríos de fuego se pierden en sus adentros. Según le fue revelado, Enoc explica que este lugar es la “prisión de las estrellas y de los poderes del cielo”, los cuales alguna vez desobedecieron a Dios.
Hasta el propio espíritu de Abel se encuentra en un foso oscuro y profundo, clamando y acusando a los cielos por justicia, hasta que la extirpe de Caín sea eliminada de los hombres. Así de impactante y revelador es dicho texto. Quizás por ello, por impactante, no fue aceptado por los ecuménicos católicos.
En la fase mesiánica del escrito no hay mucha diferencia con otros textos bíblicos y proféticos, en donde se vaticina el Día del Juicio sobre los pecadores, los injustos, los poderosos e incluso sobre los ángeles perdidos. Sin embargo, no sólo se describe con cierto detalle cómo será el castigo de estos ángeles (o “Vigilantes”, según el libro), sino que uno de ellos es la serpiente que tentó a Eva en el Edén. En efecto, esa serpiente tiene un nombre, el cual es G’adri’el. Del texto se infiere que ese ángel de alguna manera se transformó en la serpiente del pecado original, lo cual tiene consecuencias muy interesantes. La más importante consecuencia es que Luzbel, a quien se le atribuye toda la maldad, no fue el artífice de este hecho del Génesis. Cabe preguntar entonces: ¿Cuántos satanes podrían haber entonces? O mejor dicho, ¿quién de todos ellos es el verdaderamente malvado? Un interesante artículo que sostiene una hipótesis al respecto se encuentra en la siguiente vía:
"La primera mentira y el origen del mal"
Luego sobreviene una fase apocalíptica propiamente dicha. Enoc revela de una manera muy metafórica cómo ha sido, es y será el pueblo de Israel hasta el final de los tiempos. Curioso Enoc describe el Cielo a detalle.es que revela que aún después de la segunda venida del Hijo del Hombre, en el futuro, habrá un nuevo nacimiento que colmará de regocijo a la divinidad. ¿Un nuevo comienzo? ¿Un nuevo Mesías? ¿Un nuevo patriarca? Parece que la mitología judeo-cristiana se extiende hasta los confines del futuro, mucho más allá de los castigos proféticos de los juicios divinos, cuestión que consta adicionalmente en la parte final del libro apócrifo. Es en dicha parte que Enoc describe cómo ha sido, cómo es, y cómo será la historia de la humanidad, desde sus inicios hasta el Día del Juicio, a lo largo de 10 semanas metafóricas.
Las semanas en el contexto son períodos de tiempo que parecieran durar 600 años aproximadamente, sin que nada indique que cada una de ellas tenga una duración equitativa. En el texto, por ejemplo, en la cuarta semana, se alude directamente a la entrega de los 10 mandamientos a Moisés:
"Luego, al terminar la cuarta semana, las visiones de los santos y de los justos aparecerán y será preparada una ley para generaciones de generaciones y un cercado”. (1 Enoc 92:6).
Jugando un poco con la historia del pueblo de Israel, y si se consideran algunos cálculos exegéticos, Moisés recibió estos mandamientos aproximadamente en el 1200 A. C. En la sexta semana del relato, se menciona el ascenso de un hombre al Cielo, lo cual haría sospechar de Cristo (con el perdón de los judíos que el comentario amerita). Pues bien, habrían pasado 2 semanas equivalentes a 1200 años. Suponiendo una duración igual para cada una y que además la figura de Jesús tiene la relevancia de la que se sospecha, cada semana equivale a 600 años. En la décima semana es que se realizaría el Juicio Eterno, con lo que se podría estimar que el año aproximado para eso sería 3600 D.C. Malas noticias para los pregoneros de un final inminente.
Tal y como se ha mencionado en líneas anteriores, el Libro de Enoc es un texto apócrifo sumamente interesante desde los puntos de vista histórico, cabalístico y religioso. De los libros apócrifos muy bien podría opinarse que es el más impactante, y que sus ricas descripciones y las consecuencias que de ellas se derivan podrían dejar una marca honda en cualquier persona que desee ahondar en sus dogmas. Y por supuesto, someterlos a debate.
En ocasiones, lo que se expresa es muy importante, pero lo que se deja de expresar resulta más interesante todavía. Tal es la situación con la Biblia y los libros apócrifos, como el Libro de Enoch.
Muchos saludos.